Tenemos 24 horas al día para dedicar nuestro tiempo
Con o sin confinamiento aprovechar el tiempo es algo que persigo constantemente porque no hay nada que pueda hacerme sentir mejor, que el hecho de saber que he vivido con intensidad las horas del día. Me desespera esa sensación tan desagradable sentir que he perdido el tiempo.
Durante esta cuarentena he pensado mucho en la manera de invertir el tiempo. Ha sido un momento crucial para comprobar que durante el confinamiento no hemos tenido ocasión de aburrirnos. Ha sido reconfortante vivir junto a mi familia este momento cumpliendo con nuestros deberes y obligaciones pero dejando sitio para el ocio y para otras cosas.
Aunque soy muy perezoso, una vez que me pongo en marcha compruebo que siempre es buen momento para pintar una habitación, ordenar y reestructurar mi espacio. En el proceso siempre puedes hacer una buena criba y deshacerte de cosas que no necesitas y que ocupan mucho sitio.
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Me he venido arriba y hasta me he comprado un taladro para no depender de nadie. Ahora me toca poner en práctica lo que hasta ahora han hecho otros por mí.
Los días duran lo mismo para todos pero no aprovechamos igual el tiempo.
Tenemos que decidir a qué dedicamos nuestro tiempo porque es el único modo de ordenar nuestros hábitos.
El valor que damos a las cosas puede ser muy subjetivo y no siempre está claro qué es lo mejor, pero quizás pueda hacer en este espacio alguna propuesta de aprovechamiento del tiempo que pueda coincidir con vuestros gustos. Os voy a contar qué me funciona, y quién sabe, lo mismo os sirve de inspiración.
Cada persona puede dedicar su tiempo a trabajar, a cazar gamos, a rezar, al deporte, a la familia, a la limpieza, a ver la televisión, a leer, a ver fútbol, a los videojuegos, etc… y lógicamente eso afecta a la distribución diaria de las actividades. Hay muchas opciones, tantas como queramos imaginar. En gran medida nuestra vida está limitada por las horas necesarias de sueño y por las horas que hay que dedicar al trabajo.
Para mi, aprovechar el tiempo es una necesidad para sentirme bien. No siempre tengo éxito pero cuando consigo dar con alguna clave interesante pienso que puedo compartirlo con quien quiera escucharme.
Si puedo ayudar a alguien a sentirse mejor, a descubrir algo interesante o a aprovechar el tiempo, sentiré que he dedicado parte de mis horas en algo realmente constructivo publicando este contenido. Aquí van algunas ideas.
Escuchar audiolibros y podcast me permite disfrutar de las tareas más ingratas
Fijaros en este ejemplo. La manera de llevar a cabo la tarea de contar qué hago en mi vida, con o sin confinamiento, que me reporta algo de felicidad, es un podcast o un post, crear un contenido a través de un sencillo audio como este que podéis escuchar o leer.
Como podréis comprobar si estáis atendiendo a este podcast, mientras haces cualquier cosa que te permita escuchar, a la vez, tienes la opción de estar escuchando mis reflexiones.
Junto con los audiolibros de calidad, esta oportunidad, supone un disfrute de contenidos a las que no podría acceder de otro modo. Está la radio claro, pero eso es un medio profesionalizado y limitado por sus sesgos corporativos. Aquí sólo hay un sesgo, el mio.
Podría dedicarme sólo a escribir, claro, y de hecho también lo hago, pero escuchar un audio mientras haces algo que no requiere la máxima concentración, como pueda ser cocinar, caminar o hacer la limpieza, es mucho más sencillo que dedicar en exclusiva tu tiempo en leer algo en una pantalla.
Así que aquí va mi primer gran apuesta por aprovechar bien el tiempo, usar los audios que tengas a tu disposición para aprender y disfrutar mientras hagas tareas compatibles.
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Esa es la virtud de los podcasts, su fácil acceso, poder escucharlos cuando uno quiera y no restringir la creación de contenidos a un grupo reducido de profesionales de la comunicación. Con un mínimo de medios se puede aportar mucho siempre que nos lo curremos un poco.
No dejo de asombrarme de la cantidad de cosas interesantes que hace la gente. Si os esforzáis un poco y preguntáis, veréis que hay un universo de personas que aportan mucho valor y hay podcasts que permiten que aprendamos y disfrutemos en cualquier momento.
Os confieso que muchas cosas que pongo en práctica en mi vida las aprendo de gente con la que hablo o que comparte de algún modo sus reflexiones, y no tengo ningún problema en admitir que no soy un pionero, ni un líder, más bien me gusta beneficiarme de la genialidad de otros.
Atendiendo a los podcasts aprendo cosas realmente útiles que incorporo en mi vida de manera habitual.
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Lo de los audiolibros es otro gran descubrimiento de los últimos años. Hace un par de años me suscribí a Storytel y consumo ensayos y novelas sin parar. Pensé que no sería capaz de escuchar un libro y mirad, lo soy, y además me encanta. No quiere decir esto que no lea, quiere decir de además de leer, escucho, lo cual me permite disfrutar más ampliamente.
Sinceramente te recomiendo que lo pruebes, y aviso, que a mi nadie me paga nada, si os digo que me gusta es porque me parece un servicio que merece la pena.
Libros que recomiendo
Tengo unos cuantos libros en marcha, varios en fase de lectura y otros en la mesilla de noche esperando su turno, os dejo aquí la lista por si os animáis. Supongo que se puede deducir que invertir el tiempo en leer, es algo que también me gusta mucho.
- Verdes valles, colina rojas – Ramiro Pinilla
- 21 lecciones para el siglo XXI – Yuval Noah Harari
- Salvar el fuego – Guillermo Arriaga
- Cuatro Futuros – Peter Frase
Formación continua
Debo ser de esas personas afortunadas que sienten fácilmente interés por las cosas. Además soy muy ignorante en muchos aspectos. No siempre consigo mantener la energía inicial, pero vaya, que cuando me gusta algo logro mantener la chispa siempre que me motive un mínimo.
Sentir curiosidad es un don que nos permite ser más felices. Cuantas más ganas tengo de aprender, más consciente soy de que hay que sacrificarse y sacar ese preciado tiempo que nos falta para poder investigar y practicar.
Yo os hablo desde mis 45 años. Lo digo, porque nuestras prioridades suelen cambiar con los años y si no tienes mi edad lo mismo no coincidimos. No me importaría hacerme un «Dark» (serie de Netflix sobre viajes en el tiempo) y visitarme a mi mismo, a mi yo de 12 o 13 años para charlar un rato. Mi recomendación sería estudiar como un energúmeno todo lo que me atrajera lo más mínimo. Echar horas y horas a lo que fuera que me motivara sin esperar nada a cambio.
Como veo que cada vez nos queda menos tiempo y que la cuenta atrás no para, con la disponibilidad de la formación on line, no veo el momento de ponerme a hacer cursos y estoy aprendiendo de todo lo que me gusta. No hay excusas para no tomar el control y ponerse en acción.
Si te gusta algo, aunque sea algo marginal, no te preocupes, existen cursos y los precios no suelen ser muy elevados en la mayoría de los casos.
Estar en casa y tener algo de tiempo para aprender y medios para formarse, es una auténtica bendición.
Cuando puedo me compro cursos en inglés, y normalmente se entienden bastante bien así que de paso, al mismo tiempo que aprendo, practico inglés que mal no me va a venir. Es una forma de obligarme ejercitar el listening.
Ver la televisión lo menos posible
Calcula el tiempo semanal que dedicas a ver la televisión y piensa que ese tiempo desplaza otras opciones a las que dedicarte. No es que ver la televisión sea malo pero es fácil que nos dejemos llevar por contenidos que enganchan mucho y aportan relativamente poco.
Quiero decir que disfrutar de la televisión es algo subjetivo y no soy nadie para decidir qué merece la pena ver pero simplemente haz un cálculo realista y valora si hay algo que te llene más en la vida que devorar series y películas.
Yo pienso que una película dura de media dos o tres horas, y en ese tiempo se puede disfrutar de un contenido finalizado (aunque puede haber secuelas) sin embargo las series, aunque sean cortas, consumen muchísimo tiempo y son realmente adictivas.
Si hechas un cálculo mensual o anual seguramente te espantes de la cantidad de tiempo invertido en estar delante de la pantalla. Supongamos que eres una persona comedida que ve 2 horas de televisión al día. Eso suma 14 horas a la semana y al mes más de 4 días. Es una pasada ¿no?
Valora tu grado de felicidad si dedicaras 2 días completos cada dos semanas a cumplir algún objetivo que te hayas planteado. Creo que muchas veces vemos la tele por inercia porque lo asociamos al descanso, pero eso es falso. Es un hábito más que nos creamos, como el que asocia fumar con beber cerveza, o beber con divertirse. Nos podemos relajar de muchas maneras, por ejemplo dedicando tiempo a lo que nos gusta.
Como suele ocurrir, simplificar ayuda a tomar el control de nuestras vidas y superar ciertos hábitos nos ayuda a ser más libres.
Mi consejo en este sentido para aprovechar el tiempo es seleccionar muy bien qué vemos y no dejarnos llevar por gran oferta de contenidos audiovisuales. La televisión es muy cómoda de ver y puede ser un gran agujero negro de nuestro tiempo.
Dedicar tiempo a cocinar
Las labores domésticas puede ser una condena ya que nos ocupan muchísimo tiempo, no obstante, son ineludibles si quieres vivir en un entorno agradable y saludable. Nos hacen conscientes del esfuerzo que requiere gestionar la logística familiar y eso puede ayudarnos a valorar ciertas parcelas de nuestras vidas.
Comemos, ensuciamos y necesitamos mantener nuestras casas. De algún modo solemos pagar para que otras personas nos limpien y nos cocinen, cierto, pero perdemos la perspectiva y nos distanciamos de la realidad. ¿Somos tan importantes? ¿a qué dedicamos el tiempo que ahorramos en limpiar y cocinar? No sé, no sé, pero me da que ese tiempo no está del todo bien aprovechado.
Para mi cocinar es como una religión. Es algo necesario en mi vida porque me permite saber realmente qué cómo, las calidades, cantidades y precios.
Cocinando nuestros alimentos ahorramos dinero respecto a si compramos la comida hecha y tenemos la opción de hacer buenas elecciones. Podemos controlar mejor las cantidades y las calidades. Es verdad que hay que dedicar tiempo, pero no olvides que los seres humanos no estamos hechos para no hacer nada. Sinceramente, si nos hacen la comida, nos crían a los niños y nos limpian la casa ¿no es un tanto antinatural?.
Estamos aquí para ser algo más que seres inertes. No sé porqué pensamos que nuestro objetivo es que nos hagan todo. Debemos conectar con nuestra esencia como seres humanos y preocuparnos de hacer lo básico para llevar una existencia basada en valorar lo que tenemos. Así que aunque cueste, debemos cocinarnos y limpiarnos. Es mi opinión. Ayuda a tomar perspectiva y a disfrutar más intensamente de la vida.
Al igual que podemos mimar demasiado a un hijo y malcriarlo, podemos hacer lo mismo con nosotros mismos llegando a pensar que no somos dignos de ocuparnos de nuestras necesidades vitales.
Si te interesas por tu alimentación y aprendes a organizar tus menús puedes mejorar tu salud y adquirir buenos hábitos alimenticios. Aprender siempre es muy interesante.
Moverse y hacer un mínimo de ejercicio al día
Sé que me repito más que el ajo. Ya os he contado muchas veces lo mismo pero aquí vuelvo a la carga.
Reitero una vez más lo que ya acabo de comentar. No estamos evolucionados para estar inertes y llevar un vida sendentaria. La actividad física es importantísima y desplaza otros malos hábitos. Siempre podemos buscar un rato para movernos un mínimo. Busca tus huecos y aprovecha cualquier oportunidad. Ve andando a los sitios siempre que sea posible y no uses escaleras mecánicas ni ascensores.
Un par de horas de ejercicio a la semana no compensan el resto del tiempo manteniendo una vida sedentaria y poco movida. Tómalo como una meditación, es tu momento de paz. Se pueden escuchar audiolibros, podcasts y múscica mientras haces ejercicio. Disfruta de ese placer para convertirlo en un hábito.
Empieza por pequeñas metas y dónde llegues será un gran avance. Simplemente piensa en hacer ejercicio como en una tarea vital, como lo es asearnos o hablar con educación. Nuestro estado anímico y físico nos puede condicionar la vida. Si no nos movemos, nuestros cuerpos se resienten.
Hacer monterapia
En estos momentos mi opción de ocio preferida es tener la posibilidad de irnos a caminar al campo. Lo primero que hicimos tras el confinamiento fue salir a caminar. No importa a dónde, pero sí salir al aire libre. No importa si te vas a un lugar remoto o a algún sitio cerca de tu casa.
Caminando la comunicación fluye, es un momento para hablar pero también para reflexionar y meditar.
Cuando sales a caminar tu mente se abre. Te recomiendo el libro Monterapia. Debemos tomarnos la vida un poco más «slow» No te pierdas estos vídeos.
el monte es un bálsamo para la mente
Juanjo Garbizu
Proponerse proyectos que nos hagan ilusión
Creo que hay infinidad de oportunidades para iniciar o continuar algún proyecto. Puede ser cualquier cosa. Yo me ilusiono fácilmente, y por eso intento no empezar demasiadas cosas que me impidan continuar con otras que tengo en marcha. Aunque también es cierto que no pasa nada si dejamos un proyecto de lado por otro. Total, lo importante es disfrutar.
Me ocurre que si llego a ciertas metas con mis pequeños proyectos, me ayuda a intentar ir un poco más lejos, a por el siguiente objetivo. Por ejemplo, siempre que publico un podcast, me animo a empezar el siguiente.
Mis pequeños proyectos pueden parecer absurdos.
Por ejemplo, aprender a jugar a un juego con mi hijo, dedicar un rato por las noches a copiar dibujos de Rompetechos o Mortadelo, hacer Zentangle, publicar un blog/podcast de consumo responsable, jugar al ajedrez y perder siempre, leer, correr un rato todos los días, compartir paseos con mi familia, aprender bricolaje, ver buen cine, mejorar mi ortografía, hacer la web del proyecto de pintura de mi padre, tocar la batería y aprender percusión, ver a los amigos de vez en cuando, escuchar música, aprender nuevas recetas y hacer vídeos para publicar en mi instagram, hacer cursos de cosas que me gustan como la edición de vídeo, fotografía o el diseño web, etc..
Con tantas opciones se puede tener una vida en la que hay momentos para trabajar, atender nuestras tareas domésticas y tener a la vez un ocio muy interesante. Cada uno el suyo. Eso sí, hay que domarse para poner foco en lo que nos gusta y no sólo en lo que nos relaja.
El exceso de comodidad nos hace muy poco bien a los seres humanos. A veces nos aplatanamos y nos conformamos con lo que menos esfuerzo nos suponga.
Desposeer y librarnos de todo lo que no necesitamos.
Esto de haber estado tanto en casa confinados ha sido la oportunidad ideal para poner en marcha una campaña familiar de orden y revisión de las posesiones. No hace falta ser un talibán minimalista ni nada por el estilo. Qué nadie se asuste.
Puedes escuchar el capítulo en el que hablo del minimalismo y el consumo responsable aquí.
Os invito a que os bloqueéis un poco de tiempo para revisar poco a poco vuestra casa.
Saca todo de ese altillo donde no sabes qué hay, de los cajones, de los armarios y revisa qué es lo que estás usando. Abre la caja de los cables, esa que ya no cierra, el cajón de los papeles, ese en el que vamos guardando todo lo que llega al buzón y que no nos apetece archivar.
Abre esas carpetas con facturas, tickets, declaraciones de la renta… y verás que casi nada de lo que guardas sirve. La mayoría de los cables ya no te valen para nada (ni por si acaso), los papeles de más de cinco años ya han caducado y del altillo sacarás restos de obras de épocas pasadas que lo único que hacen es ocupar espacio.
Este acto de concienciación te va a permitir reflexionar sobre lo mucho que nos sobra y ese, ese sí es el camino para construir tu propio minimalismo.